Friday, August 15, 2008

¿YA BASTA?

¿Ya basta de qué? ¿De un sistema político y económico profundamente injusto y brutalmente desigual, donde la violencia y la inseguridad resultan ser una consecuencia directa de sus atroces condiciones estructurales? ¿De la impunidad que corroe los cimientos del país, donde no se castigan los delitos de ningún poderoso, trátese de empresarios dueños de todo, de políticos venales que roban todo, de hijastros de políticos venales que se aprovechan de todo? ¿De elecciones presidenciales como la de 2006, flagrantemente ilegítimas pero sancionadas por tribunales supremos cuya facciosa calificación legal resulta ser un descarado fraude? ¿De líderes sindicales como el cacique petrolero que ostenta sin rubor alguno relojes de miles de dólares ante las lentes de los fotógrafos de prensa? ¿De secretarías del medio ambiente que racionalizan los ecocidios y acreditan su “viabilidad” para justificar los atentados desarrollistas que destruirán los últimos bosques de agua? ¿De líderes políticos como los panistas, opresivamente mediocres e histéricamente apasionados, dispuestos a extender su confesionalidad clasemediera a un país mucho más complejo y diverso de lo que sus guanajuatizadas neuronas pueden hacerles ver? ¿De perredistas irremediables que se canibalizan metódicamente mientras la realidad nacional sigue degradándose sin que exista una izquierda moderna e inteligente que pueda, si no atemperarla, cuando menos interpretarla? ¿De un lópezobradorismo que sólo dice rabiosamente que no pero es incapaz de proponer creativamente dónde, cuándo y cómo sí? ¿De melifluos priistas maquillados que hoy ocupan las vicepresidencias de facto de la nación y mañana volverán al poder para restaurar aquella enfermedad crónica que antes significaron y que hoy, ante el tiempo común tan agobiante y tormentoso, ante tanta fragilidad de la memoria colectiva, comienza a percibirse como un mal menor? ¿De encuestas hechas por encargo que anuncian una supuesta popularidad presidencial del 60%, justo cuando es evidente que la misión de gobernar le ha quedado grande, muy grande, al extraviado hombre que reside en Los Pinos creyendo todavía que un eslogan sobre el vivir mejor será política y mediáticamente suficiente para acometer su delicadísima tarea? ¿De monopolios televisivos asombrosamente banales y vulgares y aburridos que son capaces de convertir en insoportables hasta las olimpiadas chinas? ¿De esos mismos monopolios que recusan la violencia desde sus púlpitos informativos pero que la han convertido en una pedagogía social plagada de asesinatos, violaciones y excesos de todo tipo en sus programas de “entretenimiento”? ¿De gobernadores borrachos y devotos como el de Jalisco que mandan a chingar a su madre a quienes critican el uso discrecional y patrimonialista que hacen del dinero de los impuestos, el cual entregan a arzobispos para erigir santuarios cristeros o a Televisa para grabar telenovelas tóxicas y realizar encuentros juveniles de autopromoción? ¿De jerarcas y altos prelados católicos como el de Guadalajara, quien en su fervorín dominical advierte que los matrimonios son bolas de billar condenadas a golpearse pero a estar juntas siempre mientras habla de la violencia intrafamiliar y contra las mujeres, en las cuales su estado y sus feligreses ocupan uno de los primeros lugares del país? ¿De gobernadores como el siniestro señor de Oaxaca que oportunamente se monta en la indignación popular contra los secuestradores y manda legislar a su borregil congreso local la suma de 105 años de cárcel para penar ese infame delito, cuando él mismo es responsable, según la voz popular, del epidémico aumento de los mismos en su satrapía estatal? ¿De intelectuales vendidos al mejor postor, de académicos al servicio de la derecha neoliberal, de exfuncionarios petroleros ahora empleados de empresas trasnacionales que festejan sin un ápice de crítica las bondades irresistibles de la reforma petrolera gubernamental? ¿De denuncias como la del titular de la Auditoría Superior de la Federación en torno a los 680 mil millones de pesos devueltos por el gobierno de Vicente Fox a grandes empresarios del país debido a los regímenes fiscales únicos que inmoralmente gozan? ¿De una consulta ciudadana sobre el destino del petróleo que sesgó sus preguntas para derivar en un no quizá simbólico pero escasamente operativo? ¿De foros de debates como el realizado en el Senado de la República que a todas luces son un diálogo de sordos si acaso catártico pero nunca instrumental? ¿De policías mal pagados cómplices del crimen organizado? ¿De policías que son en sí mismos el crimen organizado? ¿De supremas cortes de justicia tan desacreditadas? ¿De Fobaproas y rescates carreteros y privatizaciones insaciables y escandalosamente adversas para los intereses de la nación? ¿De las muertas de Juárez, ese espantoso gólgota que sigue ocurriendo? ¿De los periodistas asesinados por cumplir con su deber informativo? ¿Del comercio sexual infantil protegido por autoridades? ¿De los monopolios farmacéuticos que encarecen las medicinas locales como en pocos países ocurre? ¿De los bancos extranjeros que se hinchan de plata aquí más que en cualquier otro lugar? ¿De la estupidez colectivizada, arma fundamental de las clases dominantes, distribuida en procesos educativos directos e indirectos como los medios masivos de comunicación? ¿De la ausencia hasta hoy irreparable de una obra política común, ya sea desde el entorno más próximo, el pequeño formato cotidiano, desde la suerte del vecino que vive al lado de mi casa? De ser así, entonces estoy de acuerdo: ya basta, digo yo.

Fernando Solana Olivares

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