Saturday, December 12, 2009

AYER SOÑÉ CON LEONORA

El sueño, que de sombras está resuelto, ocurre sin avisar. Así me encontré de pronto estando afuera de la casa de mi abuela materna. La luz de la luna bañaba la larga privada. En medio sobresalían unos grandes terrones de cerámica esgrafiada con símbolos y letras, furiosamente multiplicados por un camino laberíntico hasta perderse en el horizonte. Desde ahí salió caminando Leonora Carrington y vino hacia mí. Su cabellera semejaba una cauda conforme se acercaba, y la luz surgida detrás de ella iba borrando el tono lunar sobre el cielo y las cosas.
---El Xipetotec, Nuestro Señor el Desollado, ese dios primordial que desenterraron hace poco, es un mensajero que trae un mensaje. Debes atenderlo ---dijo.
Su voz era melodiosa y su proximidad también. Esta vez la pintora era joven y, como diría quien la conociera entonces, su penetrante mirada estaba hecha de alma tanto como su belleza. Anhelé que el encuentro durara un poco más, quise decir algo sin lograrlo, pero la rueda onírica de la fortuna, que nunca está quieta, se movió.
Si hay perfumes que penetran la materia, que se filtran en el cristal, también hay sueños cuyo sentimiento perdura más allá del tiempo. Traté de cumplir el encargo de Leonora, busqué referencias y fatigué diccionarios sobre el valor simbólico de la desollación. Pasaron por mis manos algunos volúmenes explicativos e intenté elaborar una hipótesis sobre el mensaje, el mensajero y su sentido.
Al principio creí que la diligencia con que desarrollé mi empeño era debida al imperioso deseo de volver a ver a Leonora. Luego consideré otra posibilidad: que el mensaje, el mensajero y su sentido a desentrañar significaban, de alguna manera, reunirse con Leonora. Juego con la filología de la palabra para afirmarlo: comprender significa entrar a, participar de. Atender lo que esta pintora maga me indicaba era una forma de estar con ella.
Y aunque no encontré el recorte de periódico donde se consignaba el reciente hallazgo arqueológico, estuve seguro de que había sido en el centro de la antigua geografía sagrada azteca. Descubrimiento, pues, y a continuación el significado. Deidad bifronte, este dios desollado auxiliaba a los hombres al representar la semilla recién plantada que se destruye para ser una planta, pero también los castigaba mediante torturas, sacrificios y enfermedades. ¿Cuál era la función con la que ahora aparecía: como una germinación o como un descuartizamiento?
La lógica de los días planetarios indicaría claramente que la segunda función, la emergencia del horror, era el contenido del mensaje. Pero algo me detuvo en aquella dirección especulativa, fue mi recuerdo de Leonora. Si hay recuerdos que sólo son la última vez que se convocó ese recuerdo, hay otros en cambio que son tan presentes como el carisma de esa mujer de conocimiento cuyo sexo ahora debe ser de agua, de tierra, de fuego, de aire.
Volví los ojos a lo único de lo cual soy responsable y pensé en esta persona que llamo yo. La tradición hermética equipara el desmembramiento con un proceso que nombra separación y explica como los elementos de nuestra naturaleza que son distinguidos, separados y discriminados, un requisito previo y necesario para la integración subsiguiente. Su fórmula sintética es: disuelve y coagula. La destrucción de la vieja personalidad física y psíquica que debe preceder a su transformación.
Ayer soñé con Leonora, el escenario era el mismo de antes, los grandes terrones manuscritos, y mi emoción también, incandescente. Me dijo que los cuatro elementos representan dimensiones de la conciencia: la tierra es el cuerpo y la sensación físicos, el agua es el nivel emocional o sensible, el aire es el mental y el fuego es el nivel intuitivo, perceptual.
Me encomendó tres tareas: reconocer mi fragmentación, mi condición desollada, los instantes disociados que vivo durante el día; enfocar mi intención sostenida hacia una metamorfosis propia; y luchar por alcanzar una orientación interior. “No te disperses en lo múltiple”, dijo, “busca en tu propio interior la única fuente de la integridad”.
Nuestro Señor el Desollado reveló el motivo de su segundo advenimiento urbano, el cual puede leerse desde un contexto múltiple o en una dimensión personal. Espero ansioso un nuevo encuentro con Leonora para mencionarlo. O sólo para escuchar de sus labios sensuales y sabios que los símbolos hacen pensar y que pensar es aprender a ver las diez mil cosas en su unidad. O para saber qué entiende por integridad.
Mientras una araña se alza a sí misma poderosa por el hilo, el mensaje y el mensajero cumplen con su tarea. Se trata de la disolución de las perspectivas rígidas, de las formas del pensamiento recibido, de las estructuras defensivas. Leonora camina por ese laberinto y no importa ya si es un sueño intenso y arbitrario o una vigilia que de verdad sucede. Ella me cuenta, y es paciente, que para desatar cualquier nudo primero debe saberse cómo fue atado, que así se descorren los velos de la ilusión.
---Es como ir pasando de un menos a un más, de una pequeñez a una inmensidad, de una inquietud a un descanso ---dice, tan cerca de mí que respiro su aroma de humo y percibo el vibrante pulso de su piel. Su cabellera de miel queda a mi alcance y sus labios húmedos que me hablan también. Estoy a punto de atreverme a besarla pero vuelvo a despertar. Revisaré de nuevo sus encargos, acaso esforzándome lo lograré.

Fernando Solana Olivares

1 Comments:

Blogger malhablado said...

Qué entiende por integridad. Se pretende abarcar todas las formas en una. ¿Muchas cosas inabarcables? y la integridad es muchas.

7:05 PM  

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