Friday, December 25, 2009

¿LE GUSTARÍA REDONDEAR?

El escarnio de un capo. Cuando aparecieron en el periódico las fotografías del cuerpo ensangrentado de Arturo Beltrán Leyva, el Barbas, con los pantalones bajos hasta las rodillas y el voluminoso vientre y los plasmáticos brazos tapizados de billetes, pudo pensarse por un instante que era la imagen de un rito de pasaje narcomortuorio donde alguno de sus leales lo habría enviado al inframundo protegido con dinero, su más ansiada posesión y la causa última de su desdicha. No era así, pronto se supo que la fabricación provenía de los mismos marinos atacantes, de algún director de escena entre ellos que así produjo una ominosa simbolización. Su mensaje resulta equívoco y equivocado pues hace ingresar al gobierno y a sus fuerzas armadas al mismo espacio terrorífico, destructivo y cruel que diseñan y operan las mafias narcas. Si el enunciado político y social básico era la liquidación bien ejecutada del capo, y si este objetivo se alcanzó, ¿para qué la patológica enunciación del montaje escarnecedor sobre el cadáver, la sádica representación de esa venganza?

Las reglas rotas. Horas después un presunto comando de Zetas asesinó a la madre, a la tía y a dos hermanos de Melquisedec en Tabasco, mientras dormían en su casa luego del sepelio del marino caído en acción. De haber habido en el pasado ciertas reglas tácitas como no tocar a las familias inocentes y menos a las madres de los bandos en guerra, el enfrentamiento ha derivado como la proclama nihilista del shií radical ismaelita, Hassan-I-Sabbah, dicha en el siglo doce y luego cantada por los Sex Pistols y Johny Rotten ochocientos años después: “Nada es cierto, todo está permitido”. Aunque una guerra que se escala, como lo hace la fiebre, da un paso hacia su terminación. Los buenos en esta contienda nunca van a entender que sólo podrá derrotarse al narcotráfico con la legalización de las drogas y su regulación y/o administración por el gobierno, tratándose el tema como un asunto de salud. La sociedad mexicana, el gobierno, los partidos políticos, las instituciones deben resistir y no dejarse amedrentar por las mafias armadas y criminales. Las reglas ya están rotas y más violencia va a suceder.

El matrimonio homosexual. Quiero y respeto mucho a varios amigos homosexuales, pero no imagino a ninguno de ellos criando “normalmente” a un niño mediante las relaciones de pareja gay que les conozco. Termina siendo muy burgués, sentimental y estereotipado promulgar el derecho de los matrimonios homosexuales para adoptar a una criatura y formar una familia típica (o atípica dentro de lo típico). ¿Todos los matrimonios se hacen con el cristiano e ideológico fin de la reproducción o de la crianza? Y hablando de derechos, ¿quién defiende el derecho del niño o de la niña sujetos de la adopción? Si bien toda “normalidad” es un discurso construido por el poder y sus verdades establecidas, y toda excepción es discriminatoria, ¿por qué querer hacer de la tan aplaudible y civilizada, de la impecable ley que consagra el matrimonio homosexual, además un remedo literal de la familia histórica, exigido esta vez por gente cuya preferencia supuso, en casi todos los casos, una heroica negativa existencial a repetir la neurosis de destino de papá y mamá?

Navidad a solas. Cuando uniformar es disminuir, leo al azar (hago bibliomancia) unas líneas de Ernst Jünger sobre totalitarismos y democracias de masas, los fenómenos que engullen nuestra libertad: “Son dos experiencias que obedecen al principio agonal de los contrarios: cuanto más se radicaliza un extremo, tanto más aflora el opuesto. En rigor, desde el punto de vista del Anarca, del gran Solitario, el totalitarismo o la democracia de masas no se distinguen mucho. El Anarca vive en los intersticios de la sociedad, la realidad que lo circunda en el fondo le es indiferente, y sólo cuando se retira a su propio mundo, en su propia biblioteca, reencuentra su identidad. En cada caso es recomendable la frialdad: sobre una loza de hielo se avanza con mayor seguridad y rapidez”.

Los otros. “Escóndete, si no, no te enterarás de nada”, dijo Canetti, y se guarecía en la paciente escucha de interlocutores a quienes fascinaba con su silenciosa atención. Hay un retiro interior que consiste en ocultarse exteriormente dentro de la normalidad para vivir mentalmente en plena libertad. Hoy, cuando la sobreposición de acontecimientos, según Franco Volpi, ha cortado drásticamente los tiempos de la memoria y los ritmos de la reflexión, se vuelve indispensable desarrollar aquella condición de la conciencia que permite testificar la experiencia propia como si fuera ajena: yo tengo sentimientos, pero no soy esos sentimientos; yo tengo pensamientos, pero no soy esos pensamientos; yo tengo deseos, pero no soy esos deseos. Un ejercicio de desagregación.

Propósitos. El espacio y el tiempo producen terror. La angustia, ese estado de ánimo de la época y su cultura, un sentimiento específico y a la vez indeterminado y flotante, trae consigo la duda y el dolor. ¿Suena ocioso proponerse un sistema para estar en el tiempo y en el espacio, en la angustia, la duda y el dolor como se está delante de una película que cuenta experiencias y sucesos circunstancialmente propios de la biografía personal? Me gustaría redondear: sí es posible tal tarea, pues ahora está sistematizada y expuesta a través de visiones integradoras hechas por pensadores, científicos y practicantes espirituales al alcance de cualquiera que se tome el trabajo de buscar. Un nombre entre otros: Ken Wilber. Leo su Diario y me digo: sí hay una síntesis sobre lo real posible y vinculatoria, qué barbaridad.

Fernando Solana Olivares

1 Comments:

Blogger del séquito de filósofos incrédulos / Julieta Lomelí said...

En qué parte, en qué artículo, o prólogo nuestro lúcido italiano Franco Volpi nos hablaba del redentor ejercicio de desagregación?? es acaso en la entrevista que él y Gnoli hacían a Jünger???mucho gusto! saludooosss

9:52 AM  

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