Saturday, January 23, 2010

LA IRREMEDIABLE DERECHA

El paso del tiempo y los acontecimientos que van sucediendo, las experiencias que significan o las evidencias flagrantes que arrojan no han sido suficientes para atemperar o siquiera matizar la visión inmóvil del mundo de la derecha, del fundamentalismo conservador que hasta hoy ha confiscado el ámbito espiritual y monopoliza todo discurso sobre ese campo semántico inagotable llamado Dios.
No sólo falta a la lógica, sino también a lo divino mismo, decir que se habla en nombre de Dios. Quienes lo perciben por sus propios medios ---chamanes, magos, ascetas, místicos, meditadores o almas simples epifánicas--- nunca lo proclaman ni se llaman sus mensajeros, los santos son ocultos y no declarantes públicos. Lo afirma Panikar, teólogo católico: decir que Dios está de mi lado y contra los otros es una blasfemia.
La jerarquía católica es blasfema. Por eso Pío XII, el mustio pontífice que no condenó públicamente las atrocidades nazis contra los judíos, vio al demonio oficiando junto a él en el altar de San Pedro. Fue literal el espectáculo. Para explicar tantas desviaciones, tanta sangre derramada en su nombre, tanta doble moral, la Iglesia suele afirmar que está compuesta de seres humanos. Y además es relapsa, pues justificándose bajo el supuesto destino manifiesto que la divinidad le ha otorgado, viola y confronta regularmente la ley y al hacerlo se declara perseguida, una táctica histórica de victimización desde los púlpitos que ha repetido una y otra vez para enardecer y polarizar socialmente.
Hay una inmensa sobreactuación ideológica en el frontal embate que el clero católico mexicano, asociado a algunas iglesias evangélicas y ortodoxas, ha enderezado contra las bodas y adopciones de las parejas homosexuales. Si esto quiere interpretarse como una proyección institucional cabe hacerlo: hablan histéricamente de moral los inmorales, así estén togados y bendigan a los fieles, los malos jueces que no empiezan por su casa, quienes son incapaces de impedir y castigar la pederastia entre sus filas, de reconocer la homosexualidad en sus seminarios y conventos, de aceptar la inutilidad de su celibato sacerdotal. Los dipsómanos de la moral ajena, los que ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, los que contradicen el discurso de Jesús.
El 10 de enero, una vez terminada la misa en la Catedral Metropolitana, se leyó un documento a nombre del cardenal Norberto Rivera que inicia así: “Nosotros, pastores del pueblo de Dios, tampoco podemos obedecer primero a los hombres y sus leyes antes que a Dios; toda ley humana que se le contraponga será inmoral y perversa, pues el ir contra su voluntad termina por llevar a la sociedad a la degradación social y a la ruina”.
El problema sigue siendo el mismo de hace dos mil años, como aquel de la masacre católica contra los cátaros albigenses cuando un obispo mandó a su ejército: “Mátenlos a todos, Dios reconocerá a los suyos”. Hablar en nombre de Dios y subordinar lo humano ---el único plano social donde puede haber civilización y tolerancia--- a lo divino intangible, utilizando para ello una descripción cultural que resulta insatisfactoria para el cuerpo y la mente y para aquellos ámbitos del alma y el espíritu todavía no monopolizados por el discurso fundamentalista conservador, es la expresión de un autoritarismo reaccionario que atenta contra la función del Estado y los intereses concretos de la sociedad mexicana.
La modernidad y su consiguiente democracia, el desarrollo científico, intelectual y artístico logrados se basó en la separación crítica entre el conocimiento y la creencia. Las creencias de la Iglesia católica son tan respetables como las de cualquier otro credo, siempre y cuando no pretendan hacerse generales y coartar los derechos de ninguna persona por sus preferencias sexuales o de cualquier naturaleza que no violen el derecho de terceros, un espacio íntimo y privado en el que ni siquiera el dios de la jerarquía católica ---más cerca de Yahvé, el macho cabrío que guía violenta e insensatamente a su rebaño, que del caritativo, dulce y terapéutico Jesús--- debe meterse. Ya cobrará cuentas él mismo en todo caso si es tan cierta la teodicea que tal fe cuenta, pero mientras tanto sus intermediarios hacen política dura, provocadora y maquiavélica, sin duda dictada desde el Vaticano.
“Nos quieren prohibir hablar en nombre de Jesús, predicar su doctrina, cumplir con el mandato del Señor (...) Vemos con profunda preocupación cómo se ataca al matrimonio, cómo se burlan de los valores cristianos y de nuestras creencias más sagradas”, etcétera. Hay un tufo cristero cuando la Iglesia habla en sus templos de no replegarse “ante las persecuciones ideológicas”. Los persecutores se autocrucifican como si fueran perseguidos. Lo mismo hizo la jerarquía católica al cerrar los templos antes de la Cristiada y mentirle a los creyentes que había sido el presidente Calles.
Doble vínculo, doble mensaje, doble moral. Pero triple efecto, quizá, pues alguna intención calculada estos melifluos y encumbrados curas han de buscar. Un “posicionamiento”, como hoy se dice, una presión para lograr algo, un jaque para lo que venga a continuación. ¿Qué busca la jerarquía católica, otro de los poderes fácticos del segundo Estado, el verdadero, que se disputan los jirones del país? ¿Casual tensión política cristera o mera coincidencia cíclica bicentenaria? Los excomulgadores de Hidalgo se mueven para desacatar las leyes y desafiar a las instituciones republicanas. ¿Hasta dónde toparán sus órdenes divinas?

Fernando Solana Olivares.

1 Comments:

Blogger JORGE SOLANA AGUIRRE said...

Saludos!!

Borges fue un digno esclavo de sus sueños, entre sus despertares halló la manera de abolirla: escribiendo e imaginando acompañado con un sobrio espiritu.

solana_aguirre@hotmail.com

Oaxaca-Paris

9:25 AM  

Post a Comment

<< Home