Saturday, June 05, 2010

BI-CENTENARIO

Por instrumentos. ¿Qué se puede decir de lo que pasa? ¿Cómo? ¿Un país qué? Más adelante las razones, pero en principio: ¿qué decir de hoy: época sin síntesis o cual otra cosa?
Sacan de las criptas laicas los osarios de los héroes patrios unos señores muy serios y luego solemnes militares los trasladan para ser examinados: la historia-ciencia de laboratorio donde nuestra historia se vuelve un poquito más venerable y vieja. Lo cual no es mucho, porque hay pueblos que llevan seis mil años como el pueblo judío. A propósito, ¿por qué tanta barbarie judía, tanto miedo agresivo contra los barcos que llevaban alimentos a la bloqueada Franja de Gaza? “Israel es el demonio”, acusan los árabes en todo el mundo, “y se ahogará en la sangre que derrama”.
Un pueblo halcón, militar, implacable, fuera de toda norma y control de la justicia internacional, que con la coartada de haber sido víctima ahora es un inconmovible verdugo del martirizado pueblo que antes fue dueño del territorio que le arrebató y al cual hoy confina y mata de hambre en un inmenso campo de concentración. La historia, esa pesadilla. Cambiando ---o multiplicando--- el tema, ahí mismo está pendiente la llanura bíblica de Armagedón.
Y de vuelta a México, ¿cómo es posible que el desatinado secretario de Gobernación desbarre una vez más diciendo que la violencia en el país es culpa de los medios de información, aun cuando esos mismos medios recientemente han informado que no van a informar, y acaso tomando en cuenta que la guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado va espléndidamente bien para los malos, aceptablemente bien para los buenos que pierden pues les interesa perder: tal es su parte en el cártel de los cárteles, y muy fatal ---en realidad o en percepción pública, una forma social de la realidad--- para el mayoritario resto de esos mexicanos a los que el presidente llama “amigas” y “amigos”?
Es como un gambito de caballo. Me dijo un lector que a veces cree que me quiero refugiar en la nada. Lo estuve pensando y concluí que no, pues de la nada sólo sale la nada, no se puede estar en ella. Aunque hay vacío, todo está vacío, pero eso no significa que el vacío sea la nada. Por más esfuerzos que hago me entusiasma más leer a Boris Pilniak y su escritura genialísima (gracias, maestro Pitol por esa traducción no adjetivable de Pedro, su majestad, emperador; gracias, Pablo, por el memorable regalo) que inflamarme con los restos de los héroes, los ritos sin virtudes, la hueca pompa y la maltrecha circunstancia de una derecha gobernante a la que se le atravesó esta efeméride de izquierda, siguiéndo el libreto nacional de “toda imagen es acción” y cumpliendo nuestro jorobado calendario azteca donde el águila solar devora a la serpiente lunar.
La Santa Madre México se arrebata desde la tierra alteña, independentista antes de ser cristera, y reclama airada, muy ofendida en su patriotismo (el mérito local quiere anexar a su escudo la leyenda “tierra de patriotas”), el escandaloso escamoteo en la nómina de las reliquias óseas de Pedro Moreno, héroe epónimo de Lagos, guerrillero valiente y táctico contra los realistas desde la sierra de Comanja y el Fuerte del Sombrero, donde perdió a su mujer y a sus hijos y siguió peleando hasta el fin como un Macbeth amable. Él no apareció entre los huesos milagrosos, y entonces el comité de festejos que una vez al año se acercaba hasta la Columna de la Independencia en un camión sufragado entre todos para recordar al prócer, perdió no solamente la fiesta magna de este bi-centenario septiembre próximo cuando puede volver a estallar todo sino también aquella costumbre avalada por tantos vecinos cívicos: veinte años de peregrinación inútil al sitio donde los restos del héroe no se hallaban.
Un amigo mío afirma que los pactos entre los cárteles de las oligarquías de la mano derecha y de la mano izquierda están rotos. Dice que lo primero que sus captores le quitaron a Fernández de Cevallos fue el chip que ese tipo de personajes llevan incrustado en la piel, o bien que anularon su transmisión. Preguntas sin síntesis: el chip, su anulación, su extirpación.
Si el tiempo planetario no fuera impredecible tal vez podría narrarse la atribulada historia de la Santa Madre México, donde desaparecen los más conspicuos delante de los ojos atónitos del público: la pequeña Paulette y el hombre de poder. Semántica de la impunidad: lo impune es aquello que sucede delante de los demás y queda tal cual.
Dicho amigo cuenta que las oligarquías políticas están asustadas: las confidencias que en corto le han hecho aluden a lo que ocurre y va siendo ingobernable porque el dinero ha corrompido todo. Llevaron putas a Eleusis los usureros. Y el pequeño reloj de la Santa Madre México, donde vive la familia Burrón, lo trae consigo un cronista filisteo de por aquí, quien ha firmado las obras sobre Pedro Moreno como si fueran suyas y cuando alguien se lo señala sólo dice suavemente: qué casualidad.
Los dinamiteros de la hora. Aquel es uno pero hay otros. Serán los encargados de prender una mecha al modo de un plazo púdico y secreto que mueve un engranaje y éste al de más allá. Y de nuevo, ¿cómo decirlo? ¿Está pasando qué? ¿Las cosas se descomponen para componerse? ¿Las cosas se descomponen para descomponerse más?
Dura tarea la del analista: ¿cómo va a darse a entender? Más antes: ¿cómo va a entender? Época sin síntesis: sólo saliéndose del tema así.

Fernando Solana Olivares

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