Friday, October 08, 2010

KROS Y SU TRIBU

La nota de la reportera Mariana Nieto (Milenio León, 1/X/10) cuenta la historia: los ecoanarquistas invaden León. Kros, un chico de veinte años, llegó con cinco de sus amigos a esa ciudad. Son miembros de una tribu cuyo nombre no se dice, tampoco el de ellos personalmente, pues son anarquistas y están contra el orden establecido. Los policías son “cerdos”, y el padre de Kros, miembro de la PFP, también. Por eso se salió de su casa, es vegetariano riguroso, se viste como arlequín con materiales reciclados, vive desde los trece años de la basura, según cuenta la buena nota de la buena reportera, y la buena nueva neomedieval por estos días que puede representar tal invasión. Hay que explicar.
Una tesis histórica define la época actual como un nuevo Medioevo: otra vez hiperrealistas ---nuestro mundo junta lo virtual con lo real y ahora hablamos de nativos digitales---, otra vez neoespirituales, otra vez la acción de los pequeños formatos, como la pequeña tribu de Kros y su forma de vida. Sus amigos están buscando en el basurero de piel cosas útiles, mientras él anda en el centro reciclando latas y platicando con su entrevistadora. Defiende a los animales, los compara con los seres humanos y afirma que León es un matadero. Los animales son organismos vivos, una forma existente de la conciencia, del sentimiento. Los animales son mentes y provocarles dolor resulta una afectación de la mente colectiva. No lo dice así, pero eso es lo que dice. Cuenta que a veces roba comida en los mercados y sentencia: “nadie debería pagar por algo que produce la tierra.” Resulta adorablemente ingenuo, totalmente marginal y hasta utópico, pero quizá es parte de una retaguardia que mañana será la vanguardia.
El orden de las apariciones no altera el producto. Otro ecoanarquista está en problemas. Lo acusan de haber quemado dos cajeros de HSBC a seis kilómetros de su casa, y lo incriminan en el incendio de dos camiones de transporte de cerdos, también a unas cuadras del condominio donde el joven Braulio Arturo Durán vivía con su familia. Otra nota de Milenio León en la misma fecha, firmada por la redacción, cuenta que afuera del edificio hay dos pintas: “Bush asesino” y “Ni dios ni amo”. Su alias, según el diario, era xPestoso vegan X. Cometió las acciones en solitario, cuando menos la de los cajeros, donde resultó quemado y por eso identificado y rápidamente detenido. Su asunto legal va para largo.
Pero el discurso de Kros es pacífico y no se tiene la certeza de que Braulio y él sean miembros de la misma tribu. La Comedia del Arte del alto Medioevo, dedicada a la improvisación, utilizaba a Arlequín como personaje. Hoy en el centro de León se pasea uno nuevo. Escribe la reportera que “es imposible no voltear a ver a Kros: es esbelto, alto, moreno, usa rastas, un gorro de arlequín morado y un traje armado con retazos de piel de animal sintética.” A Kros le interesa simplemente aparecer entre la gente. Es dueño de algunas certezas básicas, de cierta conceptualización. Más allá de ello, sólo actúa. Vive en los intersticios del sistema, contra él, demostrando que si el individuo moderno se hizo tal por convertirse en el dueño de su propia narrativa, de su autoimagen, hay individuos ahora que actúan solitariamente o en pequeñas células tribales frente al sistema y se vuelven dueños de sí mismos, de su acción, aunque ésta sea castigada.
La familia de Braulio pidió dinero entre los vecinos para juntar el monto de la fianza, pero el delito del que se le acusa no parece alcanzarla, pues está penado con entre 3 y 10 años de cárcel. Sus amigos, hace tiempo, protestaron ante la presidencia disfrazados de animales y encerrados en jaulas construidas por ellos ahí mismo. Se manifestaron después afuera del zoológico de León y subieron a youtube un video llamado “Acción Compasiva”. La vida de Braulio consistía en la venta de discos piratas a 5 pesos, su jefe era guardia de seguridad y la familia se portaba tranquila. Su psique es un misterio.
Dice Walter Benjamin que mientras haya mendigos seguirá habiendo mito. Si la frase se alitera y por mendigo mítico entendemos al héroe, aquel que como Kros, pequeño David, se enfrenta a un multipoder, gran Goliat, que puede destruirlo, como el destino de los dioses destruye al héroe, pero éste lucha estoico, premeditado, si desfallece se levanta, entonces queda claro por qué afirma que su nombre es Nadie y el de su pequeña tribu Ninguno. La sociedad del ego de la modernidad no aprecia la libertad incomparable que la renuncia a la propia persona trae consigo. Borges se cansó de ser Borges. Kros ni siquiera se cansó de ser aquel del cual se desembarazó a los trece años, hace siete. Simplemente cambió.
La vida de Braulio está fundida. No capturan a los multiasesinos pero sí a los ecoanarquistas precipitados. La tribu de Kros es nómada y tal vez muy pronto, si no es que ya, el grupo saldrá de la ciudad. Andarán en el camino. Viviendo en los márgenes de la sociedad, en los nuevos centros. Pensando de otra manera. Recolectando. Entregados a una realidad munificente, providencial, que es dura, pero no más dura que la esclavitud cómoda de los burgueses. Leves, además, así alguno de ellos, hijos de los viejos carbonarios, se desespere. Cuando los órdenes antropológicos mayores se derrumban, la dramaturgia humana se reconstruye desde los órdenes diminutos, desde los pequeños formatos. Los vagabundos del dharma van por los caminos. Hacen escalas pero luego actúan conforme al proceso. Como si fueran navegantes de hace cuatro siglos: vivir no es necesario, viajar sí.

Fernando Solana Olivares

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