Friday, December 14, 2012

LA NUBE DEL TELAR.

Los dos sintagmas del título de este importante libro de Elémire Zolla publicado por Paidós, “nube” y “telar”, conforme hace notar su prologuista Valentí Gómez, significan la elaboración de un delicado y casi intangible tejido que envuelve al lector en otro tipo de certezas, o mejor, de disolvencias sobre tales certezas, pues de muy poco puede la conciencia humana declararse segura. Lo que sigue es una mínima glosa de ciertos pasajes tan deslumbrantes cuanto inmediatos, nunca simples sino sencillos, no complicados sino complejos, escritos por un autor primordial que subtitula su libro Razón e irracionalidad entre Oriente y Occidente ---dicotomía “¡fundamental, de crucial actualidad!”, afirma Valentí Gómez---, pues dichos conceptos son determinantes para el imaginario colectivo, representan polos de una oscilación que muestra a profundidad el campo minado de la modernidad y los extravíos de su criatura básica: la Ilustración. El sistema de Zollá, mucho más que un método, se basa en la extensión erudita de analogías y combinaciones “un tanto alquímicas” porque contienen la posible transformación de la mente atenta que en ellas logre absorberse. Su propuesta se basa en la filosofía perenne, en la tradición eterna como un punto de apoyo reflexivo para lograr que la persona humana se libre de la historia, la trascienda y así consiga otro tejido existencial, otra práctica y otro pensamiento mediante los cuales vislumbre el estado de unicidad, “el estado místico como un hábito del ser humano”. ¿Qué es esto? Lo que Zolla define como “única base de la razón”: la comunión, la complementariedad operativa y actuante entre quien observa y lo que observa. Un empeño que sostiene a todas las filosofías verdaderas pero no a la discursividad racionalista, no al dudoso “saber” de la modernidad. A) Remontándose a la sabiduría ancestral hindú, Zolla señala que el par de opuestos, la díada, invariablemente se convierten en tríada, es decir, en mediación: “Entre conocedor y conocido media el conocer, entre sujeto y objeto, la unión, entre amante y amado, el amor. Se puede decir que entre razón e irracionalidad, en la medida en que se presenten, media la inspiración”. Esa huella triple se extiende al pensamiento budista que enseña la condición vacía de las cosas, no poseedoras de sustancia propia sino compuestas de elementos diversos que las hacen ser, así aparezcan en el tiempo y se perciban sensiblemente. La oposición se concilia fundiendo los dos opuestos: el sujeto y el objeto, el observador y lo observado; entre ellos actúa como enlace el mero acto de la observación. Entonces “lo irracional es aquello que no se acoge a esta composición y permanece anclado al deseo”. Tal es la ignorancia denotada por el budismo, fuente de toda desdicha humana: otorgarle al fenómeno existencia en sí mismo y no entender su naturaleza condicionada, compuesta, relativa. B) “La declinación hindú, que a la díada hace seguir la tríada, aparece de forma idéntica en la civilización china, en la que el símbolo principal, el yin-yang (hembra-macho, sombra-luz, circular-rectilíneo y así mucho más), es representado como las dos mitades de un círculo; en el centro de cada mitad figura la opuesta, por lo que […] las dos oposiciones incesantemente se invierten. De hecho no existen yin o yang puros, su contraposición es solamente especulativa, se encuentran siempre en proporción recíproca variada […] y el hombre no es un dos sino un tres.” C) Al surgir la Ilustración en aquel siglo XVIII que arrogantemente se llamó a sí mismo “de las luces”, quedó cancelada la vía conceptual anterior que incluía la reunión de los opuestos. A partir de ello se instalará el tenaz y pernicioso odio hacia la contemplación característico de la modernidad que consagra el valor de la acción como conducta ideal. Libertad, igualdad y fraternidad serán los tres principios revolucionarios y engañosos que conducirán a las sociedades modernas al mundo plano y superficial del consumo y a todos los experimentos políticos y económicos tan contrarios a los ideales declarados. Zolla observa que, entre otros olvidos y artificios, el mundo ignoró desde entonces principios como el siguiente, declarados por la ética budista: “Tal como soy yo, así son ellos; como son ellos, así soy yo. Identificándonos con los demás, nos abstenemos de muertes y daños, sin hacer matar o dañar a otros”. En suma, la conciencia racional moderna proviene de un engaño. Su antídoto, afirma Zolla junto con otros muchos sabios, es la atención pura que no pertenece al yo: tranquila, silenciosa, exenta de intereses. No es un esfuerzo sino una separación. Fernando Solana Olivares.

2 Comments:

Blogger Unknown said...

SIEMPRE HAY QUE APRENDER DEL SEMEJANTE Y NO SENTIRNOS MEJORES, AUNQUE TAMPOCO SEAMOS PEORES. APRENDEMOS LO CORRECTO?

5:42 AM  
Blogger Unknown said...

SIEMPRE HAY QUE APRENDER DEL SEMEJANTE Y NO SENTIRNOS MEJORES, AUNQUE TAMPOCO SEAMOS PEORES. APRENDEMOS LO CORRECTO?

5:43 AM  

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