Wednesday, September 07, 2016

EL LOGOS DESTRUIDO / I

Lo único que la historia humana enseña es que los seres humanos nada aprenden de ella: la compulsión a repetir, a abstraerse de la realidad y a negar las evidencias empíricas es una poderosa fuerza que determina a los individuos y a las sociedades. Vueltas en círculos que van estrechándose, tropiezos cada vez más graves con la misma piedra, modelos de pensamiento que llevan a crisis cuya solución se busca empleando los mismos modelos de pensamiento que las causaron: la historia moderna occidental es un registro de catástrofes producidas por el capitalismo depredador, y a la vez una suma de avances materiales y tecnológicos que embrujan a todos –particularmente a quienes nunca accederán a ellos- con la promesa de que, tarde que temprano, serán un bien común, corregirán injusticias y aliviarán desigualdades. Los síntomas de esa decadencia terminal han sido señalados una y otra vez desde siglos atrás por las antenas de la especie, los auténticos artistas y los verdaderos pensadores. Las advertencias, sin embargo, siempre fueron ignoradas y aun perseguidas: la profética Casandra no le gusta a nadie, quizá tampoco a ella misma. Ahora reina entre nosotros Némesis, aquella diosa griega cuyo motivo es la retribución, el castigo ineludible de la presunción humana. También Ghede, el señor de los muertos de la mitología vudú que anima a los cadáveres usándolos como zombis, hoy tan de moda. O tal vez Donald Trump, esa amenazante aberración inexplicable para las perspectivas creyentes en un progreso humano sensato y constante –los residuos culturales del racionalismo del siglo XVIII: ya Leibniz decía que este mundo es el mejor de los posibles-, pero aberración natural y lógica en nuestra época de densa oscuridad, que entonces, desdicha máxima, deja de ser aberración para convertirse en naturalidad: el mundo al revés, el mundo invertido. El físico teórico Stephen Hawking ha dicho que puede comprender la enigmática naturaleza del universo, así sea parcialmente, pero que no logra entender la razón por la cuál un personaje tan impensable e inesperado como Donlad Trump ha sido designado candidato a la presidencia de Estados Unidos. Morris Berman (Edad oscura americana. La fase final del imperio, Sexto Piso, México, 2007) encontraría cuatro causas probables para ello: a) el triunfo de la fe irracional sobre la razón; b) la crisis de la educación y el pensamiento crítico; c) la legislación de la tortura, y d) la creciente pérdida de importancia cultural y económica de Estados Unidos en el mundo actual. Este panorama- una Edad oscura irreversible en la que ha entrado el imperio estadunidense- tiene similitudes con las condiciones que hubo después de la caída de Roma. No solo la atmósfera actual de coliseo, convertida en una carpa mediática de la sociedad del espectáculo y el entretenimiento, sino también algo similar a lo ocurrido en el siglo IV: una gradual y creciente sumisión de la razón ante la fe y la contingencia permanente en que se vive la vida. La crisis de la educación y la caída del pensamiento crítico prueba, según Berman, que Estado Unidos es un país que en términos intelectuales permanece en la oscuridad “ de manera manifiesta”. El pensamiento complejo ha sido sustituido por un fast think y una ignorancia sistémica que arrojan datos escalofriantes. Así como en el Medioevo la mayoría obtenía todo su conocimiento sobre el mundo de una sola fuente, la Iglesia, hoy la mayoría de la población estadunidense lo obtiene de la televisión y de las redes cibernéticas. La excepción representada por Obama, un político intelectualmente elaborado y sólido –característica que para muchos ha significado no un valor de su presidencia sino sobre todo un defecto-, no garantiza que el mundo simplista y medieval, concebido como una batalla entre el Bien (nosotros) y el Mal (ellos), incapaz de la menor flexibilidad analítica y curiosidad mental, adverso a la ambigüedad propia de lo real, orgullosamente ignorante de la historia y condicionado por los medios masivos de comunicación, esté ahora de regreso. Del Mundo Bush –un “niño-emperador” que dice cumplir con una misión donde la fe aplasta la evidencia empírica, y un espejo donde el público mayoritario y anónimo se reconoce- al Mundo Trump parece haber nada más un paso: la elección de un siniestro dirigente. El huevo de la serpiente o la historia finiquitada. Fernando Solana Olivares

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